Mi abogado se va de vacaciones

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¿Realidad o leyenda urbana? Mi abogado se va de vacaciones

El otro día, por casualidad, me enteré de que mi abogado se va de vacaciones ¡Durante todo el mes de agosto! Y ni siquiera me quiere dar su móvil personal.

Me prometió amor y dedicación eternos pero a la que llega agosto mi abogado se va de vacaciones. ¡Sin mí!. Con una desfachatez impensable en él (o en ella) me suelta hace unos días que también tiene derecho a descansar y que mi expediente se va a quedar en la letra G de su archivador mientras él (o ella) van a ponerse del color de su toga en alguna playa paradisíaca sólo al alcance de letrados.

Obviamente, me enfadé, ante lo cual el muy traidor va y me suelta que los juzgados de lo civil en agosto tampoco funcionan, por lo que aunque se quedase en el despacho mi tema seguiría sin moverse. ¡Como si eso importase! Tampoco uso el wifi mientras estoy durmiendo y no por eso voy a tolerar que la desconecten durante esas horas, ni me dedico a desempotrar el aire acondicionado en enero. Si yo quiero -mientras me tomo un mojito durante mis vacaciones pagadas- saber cómo va mi expediente, necesito que alguien al otro lado de la línea (y si se tercia, del continente) me responda, aunque sólo sea para decirme con una voz al borde del llanto que está igual que la última vez que llamé (ayer) o (mejor) que mi letrado ha convencido al juez, a los procuradores, al secretario judicial y al abogado contrario para interrumpir su descanso estival y celebrar mi juicio el 25 de agosto, aprovechando que el día antes yo ya habré vuelto de mis vacaciones en Acapulco.

En fin, que mi abogado se va de vacaciones y el muy cretino se niega a facilitarme al menos un teléfono de contacto donde yo le pueda localizar las veinticuatro horas del día. Me dice que si hiciera lo mismo con los otros doscientos clientes que tiene se pasaría el día enganchado al móvil, lo cual es una solemne tontería, ya que dudo que el resto de clientes de este picapleitos se tengan que enfrentar durante el periodo estival a pruebas tan difíciles de sobrellevar sin asesoramiento legal como yo. Por ejemplo: si tras el fin de semana que le corresponde a mi ex la custodia de Andresito me devuelve al niño ligera pero perceptiblemente enrojecido por haberlo llevado a la playa amparado por una protección solar un grado inferior a la que le indiqué en un whatsapp de fecha 4 de junio del año pasado, ¿puedo denunciarlo y así retirarle la patria potestad, el apellido y una parte alícuota del prepucio?

Deben creerme si les digo que he hecho todo lo posible para evitar la fuga de ese irresponsable. Intenté ponerle una queja en el colegio de abogados, pero como son todos de la misma ralea excusaron a su colega bajo no sé qué derecho constitucional que se ve que tienen los letrados también. La policía tampoco me fue de mucha utilidad, negándose a efectuar detención alguna y desaconsejándome cualquier iniciativa encaminada a tapiar la puerta de su despacho con el leguleyo dentro. Como ultimo recurso, le amenacé con cambiar de abogado si persistía en su absurda decisión de ausentarse, ante lo cual y con una celeridad de la que no le hubiera creido capaz me entregó mi expediente con su mejor sonrisa. Me costó lo mío convencerle de que no hablaba en serio.

Así que aquí me tienen, el último día hábil de julio, apostado frente al despacho del mamífero en cuestión, parapetado tras mis maletas. Si finalmente mi abogado se va de vacaciones yo me voy con él. Me estoy imaginando su cara cuando me vea poner mi toalla junto a la suya…